Es una novela histórica de fácil
lectura, con el valor añadido de tratar temas locales, pues está ambientada en
la antigua Edeta, en el contexto de la Segunda Guerra Púnica. La estructura
externa responde a un prefacio y 25 capítulos. La estructura interna es “in
extrema res”: desde el final hasta el principio, propia de la técnica de
“falsas memorias”. El narrador es Edecon
en el final de sus días en Edeta hacia
el año -167 (escribiendo sobre unas láminas de plomo) y narra tanto los hechos
vividos como los hechos narrados (partiendo de la invasión de los mamertinos a
Sicilia, que dio origen a la primera guerra púnica). Todo el capítulo de las
guerras de Sicilia parece innecesario puesto que no hay una participación
ibérica en estos hechos, y solo es ak recibir Amilcar Barca la jefatura del ejército cuando recluta mercenarios
edetanos, entre ellos Kelón, padre de Edecon . Según la novela Edecón es informado
de la invasión de los mamertinos por su padrastro Nemed, quien apenas había
salido de los límites de la Edetania, habiendo sido más lógico que la fuente
fuese su amigo Filócrates o su padre Kelón (este es el gran problema de los
hechos narrados y no vividos: ¿quién los cuenta? Es una novela bastante didáctica, en el
sentido que se cuentan muchas cosas de los íberos: desde sus ritos funerarios,
sus construcciones o sus panoplias militares, pero el lema del escritor es
“narrar y no contar”, todo ese material didáctico se debería haber distribuido
a lo largo de la trama. Por otra parte usa de recursos manidos, como el del
“preguntón” en sus conversaciones con Praxíteles o el del “guía turístico” en
su encuentro con Escipión en Roma: “te voy a enseñar Roma”. Por otra parte, ese
final de Edecon en el exilio junto a Anibal, que muere en sus brazos es también
un poco exagerado. Me ha gustado más la parte ibérica, que la parte italiana de
la novela a pesar de lo épica que resulta la marcha de Anibal hasta Roma
cruzando los Pirineos y los Alpes, lo que otros autores relatan en un grueso
volumen aquí se resume en apenas un capítulo, unas pinceladas. Está claro que
de Italia hay más datos que de Iberia, pero por esos mismo hay mayores
oportunidades de fantasear. Edecón solo sale en los libros de Tito Livio en dos
ocasiones: cuando le ofrece la corona de
Rey a Escipión y este la rechaza y cuando vence a Asdrubal en la batalla de
Baécula, pero justo esos dos episodios dan para dos capítulos. Por lo demás el
tema de la Segunda Guerra Púnica y de las vidas paralelas de Escipión y Anibal
siempre son apasionantes de leer, y cualquier personaje que haya participado en
este periodo tiene suficiente interés, quedando en la biografía de ambos un
mismo misterio: ¿por qué Anibal no destruyó Roma tras la batalla de Camas? y
¿por qué Escipión no destruyó Cártago tras la batalla de Zama? El destino quiso
añadir un broche a la vida de ambos haciendo que muriesen el mismo año. La
verdad es que la segunda guerra púnica ha sido resuelta por muchos autores
mediante una trilogía: desde Gisbert Haefs (desde el punto de vista de Anibal)
hasta Santiago Posteguillo (desde el punto de vista de Escipión). La novela
defiende algunas tesis históricas que son discutibles como que la ciudad de
Edeta fue destruida por Catón el año -197 al tiempo que se fundaba Laurona
(otros ceden este “honor” a Pompeyo, tras la batalla de Lauro, en el -78) o que
Edeta fuese una monarquía femenina, Edecón era solo príncipe, ya que la reina
era su mujer Hanna, y antes lo fue su madre Tote. O que los enemigos mortales de los saguntinos fuesen los lejanos turdetanos y no los cercanos turboletas. Respecto a los nombres
ibéricos de los personajes algunos como Juanson, Luison, Vincen o Boros, no
parecen muy adecuados para una novela “histórica”. Otros personajes que el
autor hace como edetanos (aunque no se sabe cierto) como Alorco y Acedux,
vinculados ambos al sitio de Sagunto, apenas son mencionados y darían mucho
juego en una trama de Edecón contra los cartagineses. También hace edetano al
desconocido que mató a Amilcar, ni más ni menos que el propio Kelón, padre de
Edecón, aunque el autor lo sitúa en el rio Pallantia y otros autores lo hacen
en el rio Sucro (Jucar). A pesar de ser
indicado por un asterisco como un texto posterior, no se puede citar a Tito
Livio por ser posterior a los hechos narrados por Edecón, su “arrojo y prudencia”
deben tener otra fuente alternativa. El tratamiento de la sexualidad es
presentista ya que los valores morales de aquellos tiempos no tienen nada que
ver con los presentes. Edecón se encuentra con dos personajes que en términos
de hoy diríamos “bisexuales”: el griego Filócrates que le declara su amor pero
es rechazado, y el romano Escipión, con el que llega incluso a besarse, pero
cuando regresa a Edeta vestido a la griega es llamado “marica” y tiene que
demostrar su “virilidad” en un combate. Filocrates en busca de la sabiduría llega a la biblioteca de Alejandria y aún más allá a un monasterio del Tibet. En cualquier caso, me quedo con la
imagen final de Edecón contemplando las ruinas de Edeta, recordando aquellos
tiempos pasados que nunca volverían en los que iberos eran un pueblo libre: "es Edecón, el último príncipe de Edeta, nosotros somo ciudadanos de la República".
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